miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Cómo resisten las aves el frío?


La Península ibérica se encuentra situada entre los 42ºN y los 35º N, o sea, en la zona templada del hemisferio norte. Esto hace que a lo largo del año tengamos dos estaciones contrastadas (verano e invierno) y dos estaciones de transición (primavera y verano), en las que las horas de insolación diarias varían considerablemente, lo que tiene un efecto directo sobre la temperatura. Resumiendo, lo normal y predecible es que en invierno haga frío y que las precipitaciones sean abundantes y que en verano las temperaturas sean más elevadas y las precipitaciones más escasas.

Durante las últimas semanas es sorprendente la gran cantidad de noticias que aparecen diariamente sobre el frío y los fenómenos meteorológicos asociados a este descenso de las temperaturas. Es sorprendente porque estamos en febrero, que como todos sabemos, o deberíamos saber, es uno de los meses más fríos del año. La noticia sería que hubiera precipitaciones de nieve en agosto y que en febrero la temperatura media superara los 30ºC.


El hecho de que las diferencias climatológicas estacionales sean algo previsible y regular hace que los seres vivos que habitan en estas latitudes hayan adquirido a lo largo de su proceso evolutivo adaptaciones para resistir estos cambios. Si los cambios fueran impredecibles y aleatorios, la adaptación a los mismos sería prácticamente imposible. Las aves, por ejemplo, tienen numerosas adaptaciones para resistir esas variaciones climáticas y por supuesto el frío, que tanto nos parece preocupar a nosotros.

Las aves son animales de sangre caliente, que tienen un metabolismo más elevado y una temperatura normal que ronda los 40ºC, superior a la de los seres humanos. Aunque esa temperatura puede variar durante el día  dependiendo del clima y de la actividad, para algunas aves pequeñas es un gran desafío mantener esa temperatura tan elevada, sobre todo cuando las temperaturas ambientales bajan demasiado. Este desafío es mucho mayor para aquellas especies de pequeño tamaño, ya que tienen una superficie corporal por la que pierden calor que es proporcionalmente mayor respecto a su volumen corporal que en aves de mayor tamaño.

Estas adaptaciones pueden ser físicas o de comportamiento, entre las físicas destacan las plumas, que proporcionan un aislamiento notable contra el frío, y que además, en muchas especies incrementan su número con plumas adicionales durante la muda post-nupcial. Por otra parte, las patas están cubiertas de escamas que minimizan la pérdida de calor. Y por último, las aves acumulan reservas de grasa que además de servir como aislante son una fuente de energía adicional para generar calor.


Pero aparte de estas adaptaciones físicas, las aves tienen muchas adaptaciones de comportamiento para minimizar los efectos del frío. La primera y más obvia es cambiar de sitio y emigrar a latitudes más templadas durante el invierno. Pero muchas especies no emigran y se quedan todo el invierno entre nosotros y para resistir las bajadas de temperatura han desarrollado varias adaptaciones de comportamiento, entre las que destacan el ahuecamiento de las plumas para crear bolsas de aire e incrementar el aislamiento, exponerse a la radiación del sol durante los días soleados, agruparse en bandos numerosos durante la noche para compartir el calor, o dormir cerca de lugares donde se mantenga cierta calor residual de la luz del día, por ejemplo cerca del tronco o cerca de superficies oscuras.

Por último, en días extremadamente fríos, algunas aves entran en un estado de Torpor o semiletargo, en el que reducen su metabolismo y bajan su temperatura corporal, por lo que requieren menos calorías para mantener el calor necesario para sobrevivir. En algunas especies, pueden bajar su temperatura hasta los 15ºC pero tan sólo un par de especies experimentan un auténtico letargo, como el que tiene lugar en mucha especies de mamíferos. Evidentemente, este estado de torpor hace a las aves más vulnerables a los depredadores y reduce su capacidad de reacción frente a los mismos. Por supuesto, aquellas especies que viven en climas más extremos, como la alta montaña o las zonas polares o circumpolares tienen unas adaptaciones más eficaces para resistir el frío que las que viven en climas templados.

Ante la capacidad de algunas aves de unos pocos gramos de peso para resistir temperaturas tan extremas, resulta aun más ridículo que nuestra especie, que vive en casas con calefacción y dispone de ropa y todo tipo de accesorios para soportar el frío, se queje continuamente de que en invierno haga frío y describa la situación actual como "un auténtico martirio".

domingo, 24 de febrero de 2013

Frío


Al final las previsiones de nieve en cotas bajas no se cumplieron, al menos en Asturies aunque hace un par de días tuvimos uno de los días más fríos del invierno. Estamos tan desconectados de lo que ocurre a nuestro alrededor que parece que nos sigue sorprendiendo que haga frío, que llueve y que nieve en invierno.


Pero aunque no ha nevado en cotas bajas, tal como había pronosticado Jorge Valella en su estupendo blog, más que nada por la ausencia de precipitaciones en los días más fríos, en la cordillera las nevadas han sido copiosas y el paisaje está espectacular. Merece la pena acercarse y disfrutar del frío.

domingo, 17 de febrero de 2013

La fuerza del agua


Nos solemos acordar del río cuando suena, cuando las fuertes lluvias convierten los pequeños arroyos en ríos caudalosos que arrastran rocas, anegan prados y causan destrozos en las edificaciones humanas. El hombre durante siglos ha intentado domesticar los ríos, los ha canalizado, lo ha moldeado a su antojo y ha invadido sus orillas construyendo en ellas. Pero los ríos no se pueden domesticar y tarde o temprano recuperan el espacio que les han robado y se llevan por delante todas esas construcciones como si fueran casitas de papel.

Pero no aprendemos de nuestros errores, y en vez de retirarnos y dejarles sitio, seguimos insistiendo, y buscamos soluciones absurdas que normalmente ocasionan más problemas que los que quieres solucionar. Y nos seguimos empeñando en domesticar el río, en asearlo y en cortarle el pelo como si fuera un caniche.

Decimos que el río se desborda porque esta sucio y llamamos suciedad a las ramas, a los árboles de las riberas y a los sedimentos, que son los elementos naturales que convierten al río en un ecosistema vivo y no en una canalización. Y exigimos que se limpie y que se elimine toda esa "basura", cuando ya está más que demostrado que esas acciones, aparte de inútiles son contraproducentes.

Esto sí es basura y no las ramas de los árboles

Curiosamente, ese impulso higiénico se olvida cuando se trata de limpiar nuestra propia basura. Después de siglos de usar los ríos como vertederos ahora nos preocupa la madera muerta. Como ha explicado mucho mejor que yo el Dr. Alfredo Ollero en un estupendo artículo, la crecida es el mecanismo que tiene el río para limpiarse y por eso no deben considerarse como catástrofes sino como procesos naturales. Igual que las aves cambian sus viejas y gastadas plumas durante la muda, los ríos periódicamente eliminan sus desechos y se renuevan gracias a las riadas. No nos necesitan a nosotros.


A estas alturas ya deberíamos haber cambiado nuestra forma de pensar, deberíamos devolverle al río lo que es suyo antes de que nos lo quite y respetar las zonas anegables y no edificar en ellas. El agua tiene mucha paciencia, puede tardar siglos en abrir una cueva en la roca o segundos en arrastrar rocas de varias toneladas, pero al final siempre encuentra su camino.

miércoles, 13 de febrero de 2013

¿Tenemos lo que nos merecemos?

Mientras en el parlamento español se está discutiendo estos días si los animales tienen o no tienen derecho a la vida, mientras en Asturies y en otras partes de España los políticos y gestores deciden que la mejor medida para acabar con las molestias ocasionadas por ciertos animales es matarlos indiscriminadamente, mientras las partidas presupuestarias del Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino se han reducido hasta casi desaparecer, hoy leo esta noticia en la BBC: "La reproducción de los sapos fuerza el corte de una carretera en Bath". Y el cierre no va a durar unas horas o unos pocos días, la carretera va a ser cerrada al tráfico durante seis semanas para que los sapos puedan acceder a las zonas de cría sin riesgo de morir atropellados.


Puede que muchos de vosotros penséis que estos ingleses están locos, que sólo a un inglés se le ocurre cerrar una carretera transitada y hacer que los sufridos residentes tengan que dar un rodeo de varios kilómetros para proteger a unos animales. Y además la carretera no se cierra para proteger a una bandada de hermosas grullas, o a una osa con crías, se cierra para ayudar a unos sapos. Aunque pensándolo bien, en este país no se cierra una carretera ni para proteger a una de las especies más amenazadas del mundo.

Como soy muy curioso me puse a buscar en internet si los únicos locos eran los ingleses. Pero para mi asombro veo que en Alemania hacen lo mismo, y en Francia, en Canadá, en Estados Unidos y en otros muchos países. Pero lo más asombroso es que los ciudadanos afectados no montan en cólera ni protestan airadamente por las molestias causadas, ni por el despilfarro de dinero y recursos humanos que se invierten anualmente en tomar estas medidas.


Ante estas situaciones muchos pensaremos que los gestores y políticos de este país no están concienciados con el medio ambiente y que no dan la talla, pero eso, aparte de cierto, no deja de ser una disculpa. Los que no damos la talla somos nosotros. Los políticos representan a la sociedad que los vota y los mantiene en su escaño. Los políticos aprueban que se maten lobos y cormoranes, autorizan que se llenen los montes de eucaliptos, o que se destrocen ríos y se abran minas en paisajes protegidos porque la mayoría de la sociedad a la que representan se lo demanda. Las decisiones políticas se toman calculadamente según el número de votos que proporcionen. Si a un millón de personas les parece estupendo matar lobos en un Parque Nacional y a cinco mil les parece una barbaridad, se matarán los lobos, así de sencillo.


¿Qué pasaría en España si un ayuntamiento decidiera cortar una carretera para que unos sapos pudieran cruzarla? ¿Cuantas personas pensarían que es una buena medida y no les importaría perder media hora dando un rodeo para llegar a sus casas? No me hace falta pensar mucho para imaginarme las protestas ciudadanas, las acusaciones de despilfarro de dinero público y los chistes y los insultos de la oposición.

Personalmente, leer noticias como la de la BBC me producen envidia, envidia de una sociedad que por primera vez en la historia va a dejar a la siguiente generación una naturaleza mejor que la que recibieron ellos. Y ese cambio no se ha producido por casualidad, ha implicado sacrificios que han sido asumidos por la mayoría de la población, y por eso están orgullosos de ello. Cuando le comentó a algún amigo extranjero lo que está ocurriendo en mi país, cuando les comento que se declaran las corridas de toros bien de interés cultural al mismo tiempo que se están masacrando lobos y se pretende extraer gas natural en nuestros parques nacionales, lo que menos siento es orgullo, lo que siento es vergüenza.

jueves, 7 de febrero de 2013

Luz en la tormenta


Uno de los espectáculos más increíbles que podemos observar en la naturaleza es el de la mar rompiendo contra los acantilados durante una tormenta. Toda la costa cantábrica está siendo azotada esta semana por un fuerte temporal, y la costa de Llanes es uno de los lugares en los que mejor se puede apreciar la fuerza de la mar. Los acantilados son bajos, por lo que las olas rompen y los rebasan con facilidad, además, la naturaleza cárstica de esta zona hace que las rocas estén perforadas como un queso gruyere, dando lugar a unas formaciones geológicas que reciben el nombre de bufones. Los bufones son chimeneas que se abren en la línea de costa y que comunican con simas marinas por las que entra la mar cuando rompe. Posteriormente, el agua sale a presión formando chorros de varios metros de altura que nada tienen que envidiar a los géiseres islandeses.



Ayer, la mar arbolada con olas de siete metros y las rachas de viento de hasta 30 nudos, llenaban la superficie de espuma y los bufones y las olas que rompían contra el acantilado salpicaban los prados costeros hasta más de 100 metros tierra adentro. Y entre chubascos y granizadas, el cielo se abrió durante unos minutos para que apareciera el arco iris entre las salpicaduras.


La luz cambiaba rápidamente y con ella el aspecto de la mar y de la costa. Cada una de las fotografías que saqué durante esos pocos minutos parecía que había sido tomada en días distintos, hasta la textura de las rocas cambiaba entre una foto y la siguiente.


No hace falta decir que la mojadura que pillamos fue considerable y que aunque llevábamos ropa de agua acabamos calados hasta los huesos, no sólo por la lluvia y el granizo sino sobre todo por las salpicaduras de la mar, que como comenté antes era arrastrada por el viento muchos metros tierra adentro.


Por otra parte, el agua de mar y las cámaras de fotos no se llevan demasiado bien, así que entre foto y foto tenía que limpiar la cámara, el objetivo y las lentes. Aquí os dejo un pequeño vídeo que grabó Jorge para que os hagáis una idea de como estaba la mar.

La costa oriental asturiana from Jorge Chachero on Vimeo.

Como era esperable resultó imposible poner el trípode debido al fuerte viento y a que teníamos que movernos continuamente, por lo que tuvimos que hacer todas las fotos a pulso.

NOTA: haced click en las fotos para ampliar

viernes, 1 de febrero de 2013

Tomemos un poco de aire


Hay que admitir que últimamente es muy complicado encontrar alguna buena noticia que colgar en el blog. No es agradable abrir el periódico por la mañana y encontrarse cada día con matanzas de animales financiadas con dinero público, actitudes vergonzosas que se repiten año tras año a pesar de que no hay nada que las justifique, salvo la ignorancia y la ausencia de escrúpulos de los que siguen pidiendo sangre y de los que les dan la razón y aplican esas medidas. Es asombroso que ya no nos sorprendan los casos de corrupción y delincuencia organizada que día tras día se amontonan entre las paredes de la casa de los que nos gobiernan. Por nuestra propia salud necesitamos tomar un poco de aire, abrir la ventana y dejar que se ventilela casa.

Ayer mismo, en un día gris y lluvioso, los cisnes cantores que llevan varios meses entre nosotros, nadaban tranquilamente ajenos a toda nuestra porquería. En Asia, los cisnes son símbolo de pureza y elegancia, algo que al igual que las noticias agradables cada vez es más difícil de encontrar entre nuestra clase gobernante y sus acólitos.

Por cierto, mañana es el día internacional de los humedales, una fecha en la que conmemora la firma del Tratado de Ramsar, con el que se intentaba concienciar a la población sobre la conservación y el uso racional de estos hábitats.

NOTA: haced click en la imagen para ampliar